Desde el hombre primitivo, encontramos referencias a tratamientos naturales o basados en agentes físicos para combatir la enfermedad, asociadas en un principio a rituales mágico-religiosos.
En la Antigua Mesopotamia, una casta sacerdotal llamada “Asu” era la encargada de realizar el tratamiento mediante agentes físicos y también mediante la fitoterapia.
En el Antiguo Egipto, por su parte, esta función recaía en la figura de los llamados “Sinú”, sanadores laicos.
También existen numerosas referencias al uso de agentes físicos como agentes terapéuticos en la cultura que se desarrolló en el Valle del Indo en el 1500 a. C, así como en la antigua China.
En la América precolombina, los aztecas desarrollaron métodos terapéuticos basados en el agua en sus “baños de vapor” (temazcalli) de la misma manera que los mayas con sus “baños de sudor” (zumpulche).
Sin embargo, un punto de referencia importante para el desarrollo de la fisioterapia fue el florecimiento de la cultura helénica:
A partir de Grecia, se deja paso a un enfoque más racional de entender la salud y la enfermedad y en consecuencia, del tratamiento.
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